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a leyenda del Cadejo es una leyenda
guatemalteca que se origina en la mitología Maya-Quiché. Está emparentada con
los nahuales, animales considerados como espíritus protectores de las personas,
aunque en este caso, el animal es un perro cuyas intenciones pueden ser
malignas. Según el escritor Enrique Zepeda, el Cadejo no es un espíritu
protector sino uno merodeador, que sale a asustar a los trasnochadores
(principalmente a los borrachos), a manera de escarmiento para la gente de mala
vida. La palabra “Cadejo”, según el diccionario de la Real Academia Española,
significa: “Parte del cabello muy enredada que se separa para desenredarla y
peinarla”. De ahí, que el nombre que los españoles dieron a esta criatura
parezca estar relacionado al enigma que representa, como un enredado misterio. Cuenta
la leyenda que cuando Dios vio los problemas obstáculos que a diario
enfrentaban los seres humanos, creó un ser sobrenatural para protegerlos: el
Cadejo. Con forma de perro blanco y ojos rojos que brillaban como llamas
ardiendo, su misión era protege a sus seguidores. Pero cuando el Diablo vio al
Cadejo blanco, se puso celoso y decidió crear a su propio Cadejo, un perro
negro con patas de cabra y también de ojos rojos como llamas, con un hedor
repugnante, y cuya misión es hipnotizar a los trasnochadores para robarse sus
almas. El Cadejo blanco mantiene a raya al Cadejo negro, para evitar que se
robe las almas de los inocentes. Esto conlleva a que en numerosas ocasiones los
Cadejos blancos y negros se enfrenten.
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