jueves, 16 de julio de 2015

LEYENDA DE KUKULCAN (CUCULCÁN)

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sta es la última historia de Leyendas de Guatemala, y fue escrita en la forma de una obra de teatro. Fue agregada a la segunda edición de Leyendas de Guatemala. Los tres escenarios están separados por cortinas de colores que indican el paso del tiempo; los colores de las cortinas (amarillo, rojo y negro) y los cambios de escena siguen el movimiento del sol. Los personajes principales son: Guacamayo, un ave de mil colores, que es engañoso; Cuculcán, una serpiente emplumada; y Chinchinirín, que es el asistente guerrero de Cuculcán. Yaí es otro personaje, una "mujer-flor" que debe ser sacrificada. Guacamayo y Cuculcán se disputan la leyenda del sol, y a sus espaldas, Guacamayo discute con Chinchirín y acusa a Cuculcán de ser una falsificación. En un complot para tomar el lugar de Cuculcán, Guacamayo hace un trato con Yaí, pero Cuculcán es salvado. Al final la luna nace del cuerpo de Chinchinirín mientras trata de alcanzas a Flor Amarilla.
Esta última leyenda es una re-elaboración lúcida de la leyenda Maya de la Serpiente Emplumada para permitir un acercamiento a la cuestión de la identidad como una construcción social. El espejo engañoso que aparece en la historia (que confunde a Guacamayo y Cuculcán acerca de lo que es "real") es una metáfora de un relativismo brutal introducido por Asturias para expresar el carácter dual y complementario de la realidad. Es decir, Asturias presenta la realidad de una identidad como dual, diglósica, y relativa al universo de Cuculcán, y la aplica a la identidad híbrida de la jóven nación Guatemalteca.

MAXIMÓN, SANTO PROTECTOR DEL LAGO

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ntre todas las tradiciones orales que provienen de las culturas indígenas de Guatemala, siempre han prevalecido las historias de Deidades protectoras. Este es el caso de Maximón, el Santo Protector del Lago de Atitlán.  No hay que confundir a Maximón de Santiago Atitlán que tiene raíces tzutuhiles  con San Simón de San Andrés Itzapa Chimaltenango, quien es un santo popular peregrino surgido a finales del siglo XIX. Maximón refleja con su tradición, la cosmovisión maya antigua, representa la fertilidad ancestral prehispánica y simboliza los orígenes mágicos antiguos de las tradiciones y costumbres guatemaltecas. Cuenta la historia, que en Santiago Atitlán hace muchísimo tiempo, existieron unos “atitecos” provenientes del País del Agua, quienes eran capaces de profetizar y adivinar muchas cosas, pero sobre todo, la llegada de las lluvias.  Estos eran seis hombres que poseían poderes sobrenaturales muy extraños y mantenían inquietos a todos los pobladores de la región, quienes creían que eran seres malignos enviados por los españoles para controlar a la población. 

Un día, se unieron para realizar cierto ritual sagrado para controlar el agua y vengarse de quienes habían traicionado a su pueblo y los habían mandado a un exilio forzoso a la tierra de Atitlán. Estos verdugos de los seis hombres eran los colonizadores españoles.  Estando a orillas del lago de Atitlán, realizaron su magia y la recién fundada ciudad de Guatemala asentada en el valle de Almolonga, fue reducida a escombros por una enorme torrentada de agua que estos señores enviaron para cobrar venganza.Desde entonces la paz se respiró nuevamente en la región sololateca de Atitlán, pues los seis señores demostraron que su intención era proteger sus tierras.

Estos hombres, iban muy seguido a la ciudad de Santiago de los Caballeros, hoy Antigua Guatemala ya que el lugar, era el mejor punto para poder comercializar sus cosechas. En uno de esos viajes de trabajo, a uno de los seis hombres le dijeron que su esposa se encontraba en su casa y que mantenía relaciones amorosas con otro hombre. El señor no se inquietó con la  noticia y agradeció la información con un amigable saludo y un trago de ron. El hombre decidió regresar a su casa antes de lo estipulado para poder sorprender a su mujer. Y así fue, al llegar la esposa se sorprendió tanto y le dijo a su enamorado que se escondiera debajo del tapesco. Cuando el esposo de la infiel mujer entró a su casa, le dijo: 

—No te preocupes mujer, así como el creador nos perdona los pecados, así perdono yo la imprudencia que están cometiendo los dos. Diciendo esto, el hombre gracias a sus poderes sobrenaturales pudo darse cuenta que el amante de su esposa estaba escondido debajo del tapesco y le dijo: — ¡Sal amigo! No tengas miedo, que yo te perdono al igual que a mi esposa, ven y acepta esta comida que tengo para ustedes. 

El hombre llevaba en su morral, pan, licor y chocolate para compartir con ellos una cena amistosa. El amante no salía de su escondite, pero ante la insistencia del amigable hombre, por fin salió. Degustó de la comida que amablemente le fue brindada por el hombre mágico y se retiró. Ya cuando iba a algunos pasos de su casa, el hombre salió a gritarle: — ¡No te preocupes amigo, eres libre de venir cuando quieras a mi casa, eres mi amigo y siempre serás bienvenido! Y así terminó el agitado día.

 Pasó el tiempo y todo seguía transcurriendo en su habitual armonía, hasta que un día cuando regresaron los seis hombres de sus acostumbrados viajes comerciales, fueron alertados por todos sus vecinos de que tuvieran cuidado porque sus mujeres, todas, estaban con otros hombres en sus casas. Ellos respondieron:  —Gracias, ya lo sabíamos y esta vez sí vamos a hacer algo. Los seis hombres ya reunidos, pensaron en crear un vigilante para sus tierras y sus mujeres. –Debemos crear un santo, un vigilante que cuide nuestros aposentos mientras nosotros no estamos; debe ser un santo, pero un santo que hable, como los santos de nuestros antepasados lo hacían; y que camine, como los santos de nuestros antepasados lo hacían. 

 – ¿De qué material lo hacemos? ¿De pino? ¿De ciprés? ¿De gravilea? ¡De cedro! El cedro es una madera mágica y perdurable, por eso todos los santos están hechos de cedro. Entonces se dirigieron al cerro Kalshaum,  que no estaba lejos de Santiago y buscaron a un ancestral y robusto árbol de cedro. Cortaron con sus afilados machetes el cedro y con cada machetazo que le daban, rezaban y hacían rituales sagrados mayas.  Hicieron una figura con pies, manos y cuerpo. Lo vistieron y le colocaron una máscara.

Haciendo esto le dijeron: “Serás tú, creación nuestra, quien se quedará aquí y cuidara de nuestras tierras y nuestras mujeres; Caminarás y andarás con nosotros como si fueras uno más”. Desde entonces, se veía caminar a la figura entre la gente a veces como hombre y a veces como una hermosa mujer de pelo rubio que era molestada siempre por los piropos y enamoramientos de los hombres de la comarca. Cuando era mujer y se acostaba con un hombre, éste aparecía muerto al día siguiente o enfermaba hasta morir. 

Cuando era hombre, salía por las noches y seguía a las mujeres que le eran infieles a sus maridos y las castigaba cruelmente con enfermedades incurables o una trágica muerte. Los habitantes de Santiago Atitlán empezaron a darse cuenta de las cosas que hacía la figura y decidieron destruirla cortando la cabeza del palo de cedro, pero nunca pudieron, el santo ya era demasiado poderoso. Después de todo esto para evitar cualquier represaría de la figura, los seis hombres decidieron darle el rostro de Judas y los habitantes lo comenzaron a llamar “Maximón”. Desde ese entonces su día se celebra el miércoles santo y protege las siembras, las cosechas y la pureza del lago.


Protege también a las mujeres fieles y a las infieles las castiga. Se dice que si se le pide el amor de una persona, Maximón se lo  concede. Pero si existe algún acto de infidelidad, castiga cruelmente. Es común que los habitantes de Santiago Atitlán le regalen camisas, como en la antigüedad lo hacían los tzutuhiles. Si la camisa se la regala alguien que esté cometiendo actos de infidelidad, ésta se destruye quedando inservible. Desde su hogar, la cofradía de Santiago Atitlán, Maximón protege a sus habitantes, quienes le realizan a diario cientos de ofrendas.

EL CERRO ENCANTADO DE LA CAMPANA


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egún la tradición oral, los primeros ganaderos del pueblo llegados del oriente de Guatemala, le dieron este nombre por su configuración, o sea, por su forma de campana. Las vacas que se internaban en este cerro enloquecían, por eso, ningún vaquero se atrevía ir por ellas, de modo que, tenían que esperar a que solas retornaran. Cuenta la leyenda que a las doce del mediodía y de la noche, se oía el fuerte y sonoro repicar de una vieja campana.

Ya muy pocos la escuchan porque unos ganaderos le suplicaron a un religioso para que fuera a rezar al lugar, allá por los años distantes de 1910.En 1909, un vaquero, oriundo de Conetas, Chiapas, que había llegado a residir al pueblo legendario de Santa Ana Huista, quiso demostrar su valentía poniendo oídos sordos a los consejos, y un día se internó al cerro a arrearlas. Pasaron horas y no salía. Las vacas que habían internado salieron, más no él. Según las consejas de algunos ancianos del pueblo, el Dueño del Cerro las utilizaba para asustar a la gente. El vaquero que le acompañaba se alarmó y comenzaba a llamarle a gritos, con una voz de inmensa desesperación. El acompañante se atemorizaba de su mismo eco, ya que en ese entonces las montañas eran más frondosas. Estaba ya a punto de ir a avisar sobre lo acontecido, cuando al fin salió el desaparecido. Enmudecido. Sin pronunciar un solo acento. Borracho. Sumamente pálido.

Con la mirada extraña. Con un semblante aterrorizado. Poco tiempo tardó en pie y como árbol caduco, cayó sobre la verde grama. Su compañero no osaba tocarle para auxiliarlo. Sin ningún contacto físico, le llamaba por su nombre. Transcurrieron unos minutos, eternidad para el acompañante. El vaquero, por fin volvió en sí, y miraba fijamente a su acompañante, señalándole y diciéndole: -¿Eres el Cachudo? Si lo eres, te voy a cortar la cabeza con mi machete. Según la leyenda, en el cuerpo del interrogado se deslizaba un miedo inusitado y tan solo respondía un no con la cabeza, pues las palabras no querían hacerse escuchar, por el mismo miedo. Poco tiempo tardó el hechizo del cerro y ambos retornaron a una tranquilidad incompleta.


El vaquero, con voz entrecortada le dijo: “Cuando entré con soga en mano a arrear las vacas, sentí un ambiente extraño, cuando se me apareció un hombre feo que más parecía cabro, entendí que era el Diablo. Todo mi cuerpo se puso helado y ya no me podía mover nada. Me quedé como palo y solo pude oír cuando me dijo que para entrar a los cerros tenía que pedir permiso. Me regañó, y después desapareció. Entonces, comencé a buscar el camino y no lo encontraba: estaba perdido porque no miraba bien, y a como pude, salí”.Narra la leyenda que a partir de ese día, ya nadie se atrevió a internarse en ese cerro.

JINETE SIN CABEZA

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antiago Azurdia era un joven común, de complexión más o menos robusta, inteligente, con un don nato de liderazgo, muy poco usual en muchachos de su edad. Pasó su infancia estudiando en una de las dos únicas escuelas de primaria (de la cual, por cierto, su papá era el Director) y luego, como la mayoría de los jóvenes, tuvo que salir del pueblo para poder continuar sus estudios, esto, debido a que la educación media en esa región era escasa o en algunos casos, inexistente.
Al regresar a su pueblo natal después de haber obtenido el título de Bachiller en Ciencias y Letras, se encontró con sus amigos de la infancia, quienes lo pusieron al tanto de todo lo que había pasado. A Marieta, la bonita de la escuela, la mandaron a vivir a la Capital porque era bastante enamorada… resultó que era novia de dos hermanos y de un primo de ellos al mismo tiempo. Rolando y Oswaldo, ya no vivían más en Sumpango: Se marcharon con su papá a la Capital también para mejorar su condición de vida. A René, le compraron una bicicleta y por este hecho, se convirtió en el niño más popular del pueblo. Beto estaba en cama por una infección que le provocó un machetazo que recibió del guardián de un sembradío por robarse un ciento de aguacates y “Chano”, el niño extraño de la escuela, desde la muerte de su madre se convirtió en mendicante y deambula en las calles en un estado de locura permanente.
Todos estos sucesos no dejaron de inquietar a Santiago pues eran situaciones que afectaban a personas que él conoció durante casi toda vida y que eran ya parte de su familia. Pero lo que en realidad lo puso sobre ascuas, fue enterarse de que todos los habitantes de su comunidad no podían salir a la calle después de las ocho de la noche porque corrían un grave peligro; no podían asomarse por la ventana porque eso implicaba correr el riesgo de ser “ganados” por un ente maléfico y tenebroso que recorría todas las noches las calles del pueblo montado en un caballo de tamaño ejemplar. Las personas decían que cada vez que pasaba cerca, se sentía un olor azufrado; el aire corría más fuerte y más frío; los perros ladraban y los gallos cantaban. Era una representación diabólica que venía a robarse las almas de todo aquel que se interpusiera en su camino y que nunca podía ser atrapado.
Este fenómeno sobrenatural era un tanto fantasioso para Santiago, quien toda su vida había buscado una razón lógica para cada uno de los hechos que había experimentado en su corta vida. Era una manifestación inexplicable y muy extraña como para que pudiera ser cierta. Decidió pues, aventurarse a investigar el fenómeno.
Comenzó a indagar a través de sus amigos de la infancia y todos coincidieron en lo mismo: Era un personaje decapitado vestido de negro, que montaba un caballo negro y que recorría las calles del pueblo con su propia cabeza en una mano y con una hoz enorme en la otra. Venía de ultratumba a reclamar almas inocentes y a causar estragos en el ganado y las cosechas.
Estas revelaciones no satisficieron la curiosidad de Santiago y se avocó con el cura del pueblo, quien le explicó que estas almas en pena, son espíritus de personas que en vida no fueron del todo buenas y que están pagando por algunos pecados graves que cometieron. Le contó la historia que circulaba dentro del pueblo. El jinete sin cabeza era el espíritu de uno de los soldados españoles que acompañaron a Don Pedro de Alvarado durante la conquista de Guatemala. Este gendarme, miembro de la tropa conquistadora, traicionó los ideales de los conquistadores creando un nuevo escuadrón de rebeldes al cual él dirigió por mucho tiempo. Al pasar de los años, este personaje se convirtió en una persona demasiado ambiciosa y cometió muchos crímenes horrendos en contra de los nativos de nuestras tierras. Por estas atrocidades, fue atrapado, encarcelado, juzgado y castigado por las autoridades españolas. Fue condenado a ser decapitado frente a todos los nativos para que éstos no tomaran represalias en contra de las tropas españolas. Lo condujeron hacia la plaza central de la población y la condena fue consumada: Le cortaron la cabeza frente a todas las personas que se acercaron a observar la punición. Fue tal la humillación que mientras el verdugo iniciaba la decapitación, juró que iba a vengarse de todos y cada uno de los presentes hasta que no quedara nadie con vida.
Según la historia que el cura le contó a Santiago, el alma de ese soldado español recorría las calles de su pueblo, en busca de los descendientes de las personas que observaron su castigo para cortarles la cabeza, reclamar sus almas y así descansar en paz.

Esto no provocó sosiego alguno en el muchacho; al contrario, se empecinó más en averiguar toda la verdad que circulaba alrededor del infernal espectro. Decidió esperar una noche a que el fantasma del jinete sin cabeza se apareciera frente a sus ojos y así sucedió.

LA LEYENDA DE TECÚN UMÁN Y SU QUETZAL

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ecún Umán fue el último rey del maya-quiché en Guatemala. Lo siguiente es una narrativa de su batalla final contra los conquistadores españoles, que tuvo lugar el 20 de Febrero 1524 en las praderas del Pinal. Tecún Umán, el héroe nacional de Guatemala. Esta foto se encuentra aquí.  El poderoso conquistador español, Don Pedro de Alvarado, llegó cabalgando en su caballo. Era una figura majestuosa e intimidante, y su caballo, un animal extranjero en Guatemala, se veía exótico y magnífico. Frente al enemigo, Tecún Umán se sintió un aleteo de miedo en lo más íntimo de su corazón. En este momento, su ´´nahual´´, un espíritu guardián con la forma de ave quetzal, se posó en su hombro. El gorjeo melódico del quetzal le dio un poco de consuelo, como si le dijera: «no estás solo, estaré contigo hasta el final».  –Ríndete, Tecún Umán – gritó Don Pedro–. Tenemos armas mejores y un ejército más fuerte. Hasta el Dios está de nuestro lado. ¡Ríndete al destino! –No– respondió Tecún Umán con dignidad–. No creo que los dioses hubieran querido que nos rindiéramos sin luchar. Entonces empezó la batalla épica de la conquista. Los mayas no eran rival para los ataques sistemáticos y la tecnología avanzada de los españoles. Así aunque las indígenas superaban en número a los españoles, la guerra era una efusión de sangre. De repente, Tecún Umán tuvo un ramalazo de inspiración. Asumió que el caballo era el ´´nahual´´ de Don Pedro. Así razonó que si matara al caballo, a Don Pedro se le perdería su espíritu guardián y se moriría. El caballo estaba a su alcance…. ¡fue la perfecta oportunidad! Clavó su lanza en el cuerpo del caballo…. El caballo relinchó de dolor y colapsó, pero Don Pedro no se murió. En este momento Tecún Umán se dio cuenta de que había hecho un gran error. Los españoles no tenían nahuales: el caballo fue un animal y nada más. Al momento siguiente, la lanza de Don Pedro le atravesó, directamente en su corazón. Se sintió un dolor agudo en el pecho, antes de que todo se desvaneciera en la oscuridad. El quetzal, que volaba por encima de la escena de la batalla, cayó sobre el cuerpo de Tecún Umán. La sangre fresca del rey indígena manchó los plumas blancos del quetzal, hasta que tuviera una mancha roja en el pecho. Se dice que incluso hoy en día, los quetzales se nacen con el pecho de rojo brillante, como recuerdo del héroe valiente que luchó contra viento y marea para preservar la dignidad de su gente. 

LA LEYENDA DE LA SEGUA

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ay varias leyendas de la Segua. Una de ellas cuenta que es una joven muy linda, que persigue a los hombres mujeriegos para castigarlos. Se aparece de pronto en el camino pidiendo que el jinete la lleve en su caballo, pues va para el pueblo más cercano. Y dicen que ningún hombre se resiste a su ruego. Hay quienes le ofrecen la delantera de la montura y otros la llevan a la polca. Para ella es lo mismo. Pero a medio camino, si va adelante vuelve la cabeza y si va atrás hace que el jinete la vuelva. Entonces aquella hermosa mujer ya no es ella. Su cara es como la calavera de un caballo, sus ojos echan fuego y enseña unos dientes muy grandes, al mismo tiempo que se sujeta como un fierro al jinete. Y el caballo, como si se diera cuenta de lo que lleva encima, arranca a correr como loco, sin que nada lo pueda detener. Otras leyendas cuentan que las Seguas son varias. Y no faltan ancianos que aseguren que cuando ellos eran jóvenes atraparon a una Segua. Pero que una vez atrapada y echa prisionera se les murió de vergüenza. Y que al día siguiente no encontraron el cadáver, sino solamente un montón de hojas de guarumo, mechas de cabuya y cáscaras de plátano.

LOS PENITENTES DE LA RECOLECCIÓN

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odos los días a los doce de la noche, los vecinos del Barrio de La Recolección escuchan pasos de encadenados. Son penitentes fantasmas que quieren librarse de sus culpas. 

Cuando los han visto no solo van encadenados sino con capuchones antiguos. Algunos se flagelan. Son animas por las cuales las viejitas dicen hay que rezar. 
Verlos atemoriza pero también produce pena y compasión porque a nadie le gustaría estar eternamente encadenado a sus malas acciones.

Una noche en que pasaba la procesión de cucuruchos Mario un muchacho valiente y aventado, decidió salir a su encuentro, cuando oyo que se acercaban los penitentes por las viejas calles, vacías a esa hora, hasta el ambiente estaba frio y nuboso más que de costumbre, pues cuando vio desfilar los cucuruchos se le erizo la piel, se puso como de gallina, uno de los cucuruchos salio de la fila y se le acerco, le dijo:  -toma, cuidamelo hasta que refrese por él. Mario no pudo negarse y tomo el cirio que llevaba el cucurucho, Mario al siguiente día empezó a enfermar, lo peor de todo era que, los doctores no encontraban del porque estaba enfermo Mario.

Este habia guardado el cirio que le diera el espectro en un baúl, cuando volvieron a pasar los cucuruchos, Mario salio con el cirio en la mano listo para entregarselo a su dueño, pero oh sorpresa, el cirio ya no erea esto, sino era un femur, el espectro al ver el hueso le dijo: Yo te he dado un cirio y tu me quieres entregar un femur.


De castigo tendras que acompañarme, dicho y hecho, Mario fue tomado de los brazos que por la enfermedad ya estaban bastante flacos, le pusieron un cucurucho, le dieron un cirio encendido y paso a formar parte de la larga fila de los penitentes de la Recolección, esto me lo conto mi abuilito Julio, dice que sucedio hace muchos años alla por los viejos barrios de la capital.



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a historia ya era conocida en ese pueblo. Un día un forastero decide hospedarse en una casa por una semana y luego continuar su viaje. TOC TOC TOC,. El forastero se despertó y se preguntó quién toca a estas horas, al abrir la puerta se encuentra con una niña con rasgos de quemaduras, entonces el forastero le pregunta ¿Qué necesitas niña a estas horas? ,  ella responde, ¿me regalarías un vaso de agua? y él le dice que claro que si, después de darle el vaso con agua la niña se retira.

Al día siguiente la misma niña fue a la misma hora donde el forastero y lo mismo, le pidio agua, pasaron 4 días seguidos en que la niña llegaba a traer agua. Entonces el Forastero decide hacerle unas preguntas, esperó que sea la media noche, llegó la niña y toca la puerta TOC TOC TOC, el forastero abre la puerta y la niña le pide si le puediera regalar un poco de agua en su vaso, el forastero saca un poco de agua y le da  a la niña. Cuando la niña ya disponía a irse el forastero decide preguntarle ¿niña, oye, para quien es ese vaso de agua?... ella le responde: para mi papá, y el fostero sigue preguntando ¿y dónde está tú papá? ella dice: él se está quemando... el forastero queda sorprendido y le pregunta ¿quién es tu papá? y la niña grita con voz aterrorizante ¡ES EL DIABLOOOO!.

Aquel grito fue escuchado por todo el pueblo y el  forastero fallecio 2 días despues... se dice que la niña sale a penar los 21de febrero de todos los años, durante 2 semanas atacando turistas... ¿quién será la próxima víctima?





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a leyenda cuenta que hace mucho tiempo, en nuestra Guatemala, se estableció en la zona Atlántica, una tribu indígena. Entre ellos había un guerrero llamado Batsu, quien era muy cruel. Un día, este guerrero, se propuso buscar esposa y eligió a una mujer joven y hermosa, llamada Jilgue. Ella acostumbraba pasear por el bosque cantando como un pajarillo. Jilgue se enteró de las intenciones que tenía Batsu hacia ella y decidió huir, escondiéndose en el bosque. Cuando Batsu se enteró de que Jilgue había desaparecido, se puso muy furioso y envió a todos sus guerreros en busca de ella. Al poco andar escucharon el canto de Jilgue. Pero cuando creían estar cerca del lugar de dónde venía el canto, Jilgue desapareció. Batsu estallo en cólera y ordeno que se quemara el bosque. Cuando las llamas comenzaban a expandirse le gritó a Jilgue que si salía podía salvarse, por lo que ella le respondió que antes prefería la muerte. El fuego se hacía cada vez más fuerte. De repente se pudo observar como Jilgue, inconsciente, caía al suelo. Pero un pajarillo color ceniza, con las patas y el pico rojo, comenzó a cantar sobre sus cabezas. Luego se percataron que no era el canto de un pajarillo, era la voz de Jilgue, que desde entonces se sigue escuchando en el canto de los jilgueros que hoy habitan los bosques de nuestras tierras. Ahora que hablamos de mitos y leyendas recordemos a una leyenda cantando Jilgueros.





LA SIGUANABA

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uchas persona confunden a la Siguanaba con la Siguamonta, bueno esta historia de la Siguanaba no tiene fecha exacta pero dice que todavía sigue pasando en los departamentos de Guatemala, se trata de nada más y nada menos que una muchacha muy hermosa, a la cual no se le mira el rostro y se dice que se les aparece a los "Mujeriegos"(Perros, que andan con una y con otro, infieles etc) en la noche el mujeriego sigue a esta linda muchacha, por callejones y calles hasta que la muchacha te lleva a las orillas de un barranco y cuando se da la vuelta *Sorpresa Sorpresa* el Mujeriego se da cuenta que la hermosa muchacha a quien seguía tiene cara de caballo con unos ojos como el Fuego, y el Mujeriego termina desbarrancado.

EL DUENDE

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s un singular espanto que camina con los pies volteados emitiendo un chillido aterrador. Se dedica a fastidiar las familias de los campesinos hasta que los desespera y los hace emigrar hacia las ciudades. La mayoría de veces se dedican a cambiar las cosas de su lugar o esconderlas. El duende habita en cuevas ubicadas en barrancos, en donde acostumbra esconder a los niños para hacerles comer excremento de caballo o enloquecerlos. Por las noches se dedica a tirar piedras a los techos de la casas, a perseguir a las muchachas en edad de tener novio, a hacerle trenzas a los caballo o a tocar guitarra. Precisamente una de las maneras de ahuyentarlo es colocándole una guitarra destemplada a media noche y así dejará en paz a la familia. Dice la Leyenda que el duende es un ángel expulsado del cielo debido a su envidia hacia Dios, y fue condenado a vagar por los campos asustando a las personas. Cuentan que "a las jovencitas que tienen novio y cuando éste está de visita, las fastidian con órdenes o secretos malignos al oído, que el pobre joven se indigna y termina por no volver a ver a su adorada. Si no está presente el muchacho o pretendiente, las perturban en la casa con órdenes y consejos, hasta que las enajenan para que no se verifique el matrimonio. Durante el sueño, estos espíritus les ocasionan pesadillas, las llaman a un lugar conocido, hasta que las tornan sonámbulas. Así han encontrado varias vagando lejos de su residencia, que van o vienen por determinado sitio, sin darse cuenta ellas de tal acto. Hasta que alguno de la familia o conocido la encuentra en estado de subconciencia."

LA SIGUAMONTA

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icen que en aquellos años entre 1900 a 1950 los niños que les gustaba ir a barranquiar (Barranquiar se les dice cuando los niños iban a jugar al barranco, desfiladero etc), pero aquellos que se salían a barranquiar sin el permiso de sus padres, les aparecía un pajarito muy bonito y con un cantó muy hermoso y atractivo, y cuando los niños seguían al pajarito aquel lindo pajarito se transformaba y desbarrancaba a los niños provocándoles la muerte. *Desbarrancar quiere decir que los vota al barranco* Y esta leyenda se les contaba a los niños para que no desobedecieran para irse a barranquiar sin supresión.

LA LEYENDA DE LOS ATOLEROS DE LA PARROQUIA

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sta historia sucedió allá por el año de 1,915, antes de los terremotos del 17. Casi principiaba el siglo y la vida cotidiana se desarrollaba corrientemente en la ciudad de Guatemala. Muy cerca de la iglesia de la Parroquia se improvisaba un pequeño mercado donde la atracción lo constituían las ventas de atol en sus diferentes sabores. Don Herculano y doña Mina, eran los propietarios de uno de estos negocios que, a base de calidad, luchaban diariamente por vender su producto.
— ¡Pasen… pasen, que tenemos atolillo, atol de tres cocimientos, arroz en leche y, para los que empinaron el codo anoche más de la cuenta, hay atol blanco con su respectivo chile, frijolitos y pepitoria molida! Doña Mina, que con un blanco limpiador le sacaba brillo a los vasos y secaba las escudillas de barro, frenó en sus gritos a don Herculano. — ¡Callate vos Herculano, ya la gente sabe y sin necesidad de estarte desgalillando nos compran! —a lo que airoso respondió don Herculano: —Vos siempre metiéndote de shute en lo que uno hace, no ves que la competencia está juerte y si nos descuidamos la nía Vicenta nos quita la clientela, mejor atendé a la gente y dejá de estar regañando.
Los vecinos se reunían en los distintos puestos degustando las bebidas calientes. A lo lejos, doña Mina divisó la figura inconfundible de don Chepe, que se abría paso entre los compradores tratando de llegar al puesto.
— ¿De qué le damos su atol, chulito? —preguntó la mujer a don Chepe. —Me extraña doña Mina, ya sabe usté qué lo quiero, con chile y toda la cosa porque me estoy muriendo… —muriéndose de la goma anda usté, don Chepe, pero no quita maña, no quita maña. Pero aquí viene su escudilla de atol blanco con suficiente chile para que sude y salga la gomarabia y quede como nuevo. Don Herculano se acercó a su esposa y le dijo al oído que no se tomara esas confianzas con el hombre porque se podía enojar y era buen cliente. Don Chepe se tomó su escudilla y se apartó del grupo sentándose en una banca cercana al pequeño negocio. Don Chepe no fallaba los lunes y era buen cliente; a veces hasta tres o cuatro amigos llevaba.
— ¡Hay tiras y revolcado! ¡Patitas a la vinagreta para llevar o comer aquí! —Don Herculano continuaba publicitando sus productos a voz en cuello. Las viandas pasaban de un lado para otros abriendo el apetito a los parroquianos que iban llegando por grupos. De un comal caliente iban saliendo las tortillas humeantes que complementaban los pequeños platos. Uno De los hombres allí reunidos temblaba al tomar el atol blanco, por momentos se pensaba que botaría la escudilla con el hirviente alimento, pero por supuesto que la tembladera no era precisamente por la emoción de haber conseguido su escudilla con atol blanco.
—Yo no sé cómo aguanta don Chepe, pero en una de estas, Dios no lo quiera, nos puede dar un susto, ya que le entra al guaro con fe y alegría. —Callate hombre, por favor. Mirá que te puede oir. —Si solo es un comentario, no estoy hablando mal de él y, por el contrario, le deseyo todo el bien del mundo, mujer… Doña Mina continuaba atendiendo a la clientela y hablando en voz baja con su marido. —Ay, pero no sé porqué los hombres no hacen caso. Ya ves las malmatadas que le da la mujer y ni así hace caso el pobre de don Chepe.
—Es muy su vida, mujer, es muy su vida. Y él sabe lo que hace porque ya está grandecito y comprende el bien y el mal. —Menos mal que se fue a tomar su atol hasta allá, por un momento pensé que te había oído. Pero cállate que allí viene a cancelar la cuenta.
El hombre, ya con otra cara, llegaba hasta el punto donde doña mina atendía a su clientela. La mujer, muy zalamera y con un cantadito muy suyo, preguntó a don Chepe: — ¿Algo más don Chepe…? —Gracias, aquí le pago y nos vemos otro día. Bueno, a portarse bien que nada le cuesta y a chambiar que es lo mejor. Yo me porto bien, doña Mina, la que arruina el asunto es la Julia, mi mujer. Con ese carácter que tiene; ya no la aguanto, es más celosa que los celos y me da muy mala vida. Pero tengo un plan que no me fallará y de repente me voy a suicidar. De los ojos de don Chepe salieron dos lagrimones que secó de inmediato con su pañuelo. Don Chepe se quedó platicando con doña Mina, en lo que don Herculano despachaba le contó su vida que era un secreto a voces y sus proyectos un tanto fúnebres. Al ver la atención que le ponía la mujer, don Chepe siguió lamentándose. — ¡Ay, si viera cuando me pega parece hombre la condenada, da unas trompadas que como duelen! Rialmente con lo que me cuenta es usté un hombre sufrido don Chepe. Ya se parece al Herculano que es a mí a la que me da si le ando con cuentos, pero siga contando don Chepe, que su plática está muy emocionante…
—Pues estoy a punto de matarme, doña Mina, creo que sólo así se termina todo, porque la vez pasada me fui con una tía, ¿y qué cree?
— ¿Qué pasó? Pues que me fue a traer a puros cachimbazos y aquí me tiene de nuevo sufriendo a solas. Pobrecito, pero piense bien en lo que va a hacer, porque nadie tiene derecho a quitarse la vida sólo porque la mujer lo trata mal… En fin, es lo que le puedo aconsejar y también piense en sus hijos porque ellos no tienen la culpa de lo que pasa.
Doña Mina aconsejaba maternalmente al hombre, que gemía al narrar su vida tormentosa. Pero cuando le mencionó el tema de los hijos, don Chepe reaccionó rápidamente.
—Pues por los hijos no hay problema, doña Mina, yo no tengo hijos con ella y los patojos son mis entenados. Bueno, me voy, no vaya a ser la mala suerte que se asome por aquí y entonces si que se arma la de San Quintin. Hay nos vemos, muchas gracias por todo.
Don Chepe se perdió entre la gente que a esa hora abarrotaba el pequeño mercado al aire libre. Ya cuando don Herculano calculó que iba lejos preguntó:
— ¿Qué tanto hablabas con don Chepe vos Mina?
—Pues dice el hombre que se va a matar, ¿aguantás vos? —Es que la mujer es una tigra, quien ve al pedacito de gente, pero allí está la cáscara con que se cura el jiote. Doña Mina, sin dejar de atender a la gente, respondía —Pero así quieren los hombres, ya ves allí está contento don Chepe, llevando penca por desayuno, almuerzo y comida. El machismo de don Herculano le salió en ese momento al responderle a su mujer que por lo menos él no soportaría a una mujer en esas condiciones. La charla subió de tono cuando doña Mina indicó que en su caso la que llevaba la peor parte era ella con don Herculano.
—Hoy si me sacaste franco, vos Mina, quien te oye dirá que soy un ogro o un preipotente.
— ¡Puchis vos, donde te aprendiste esa palabrita porque nunca te la había oído!
Don Herculano, un tanto serio, manifestó que mejor cambiaran de plática y que siguieran trabajando. Hubo un silencio prolongado que fue roto por el saludo mañanero de Chano, el entenado de don Chepe. De inmediato le sirvieron su vaso de arroz en leche y dos tortillas con tiras. Chano era mero platicador y había tomado mucha confianza con don Herculano.
—pues don Chepe nos tiene muy preocupados, porque ahora ha regado la bola que se quiere suicidar, hágame el favor. — ¿Y qué está pasando con don Chepe vos? —Pues dicen que entre hermanos y casados no hay que meter las manos, pero resulta y le repito que don Chepe se quiere matar. — ¿Y qué dice tu mamá? —Ella no lo cree, desde la vez pasada que dizque se tiró bajo las ruedas de un tranvía en el centro, solo que el tranvía estaba parado. Lo que pasa don Herculano, es que don Chepe es mero mañoso y por eso le cae con mi mamá. —Pero tengan cuidado, porque de repente comete alguna locura y entonces si que la amolaron. Ahora fue doña Mina la que terció en la charla. —Ay vos en lo que estás Herculano, don Chepe no cumple lo que dice, hombre. —Atenete al santo y no le recés, ya el pobre de con Chepe está mero desesperado y, como te repito, puede cometer una lucura.
Doña Mina ya un tanto enojada por la postura de su esposo ante el comentario dijo: —Esas son puras caulas, el que quiere matarse no lo anda contando. — La realidá mujer, es que el pobre don Chepe saber en qué penas anda el pobre hombre.
—Pues él la pena que tiene es la de andar chupando y por eso son los líos con mi mamá, pero ella ya conocía que le gustaba el guaro y ahora tiene que aguantarse, es lo que le decimos nosotros. Chano había hablado, defendiendo a su madre en el comentario del trío que continuaba conversando. Mientras, Chano pedía otro vaso de arroz en leche, indicando que ahora había salido de primera, la mujer sacó un vaso limpio y agregó:
—Bueno, aquí todo es de primera, por eso es que tenemos bonita clientela y la atención y el aseyo es superior. A ver que pasa vos Chano, porque es mejor que todo se arregle por las buenas y sin clavos... Pero Chano aún incrédulo, comentó que en una ocasión, hacia apenas unas noches, le vio sacando su ropa a don Chepe, indicando que eso no lo había comentado con su mamá, pero cuando le preguntó a don Chepe el motivo de sacar su ropa de noche, éste le dijo que era porque su hermana la iba a remendar. Finalmente el muchacho se despidió de don Herculano y su esposa, pagando la pequeña cuenta de lo consumido. Los días pasaron, una mañana en todo el vecindario de lo que fue antiguamente el Guarda del Golfo, hoy barrio de la zona 6, se regó el rumor de que don Chepe se había lanzado desde lo alto del puente de “Las Vacas” y algunas personas habían escuchado aquel grito aterrador cuando el hombre caía al vació. Fue tal el impacto de la noticia que la policía y los ronderos de la época iniciaron la búsqueda en el barranco para dar con los restos del supuesto suicida. Ya cuando llevaban tres días de agotadora faena, estaban a punto de abandonar la búsqueda, pero algunos vecinos insistían en que había que continuarla.
A la mañana siguiente que la policía continuaba con los trabajos de la localización del cadáver, alguien gritó desde lo alto del puente: — ¡Miren, allá abajo hay un hombre trabado entre la maleza! De inmediato todos bajaron, curiosos, vecinos, policía y hasta los entenados de don Chepe en aquel terreno accidentado y peligroso. La única que no se atrevió a bajar fue la esposa de don Chepe, que lloraba a moco tendido, asistida por unas vecinas que la levantaban a cada momento que gritaba y se desmayaba. Todos bajaban sudorosos y jadeantes por el esfuerzo realizado. Efectivamente allí entre los arbustos, boca abajo, estaba el cuerpo de un hombre con sus saco gris, pantalón negro y los zapatos del mismo color; la cabeza estaba metida entre la maleza. — ¡Es don Chepe! —gritó Chano, al momento que le identificaba por las ropas que llevaba. Ya estaban muy cerca del cuerpo, pero aún así los policías hacían esfuerzos sobrehumanos por llegar al punto donde había caído don Chepe. Jadeantes y frente al supuesto cadáver, fue el jefe de la policía el que ordenó no tocar el cuerpo hasta que no llegara el juez de turno. Pero el policía, como buen sabueso, de un tirón sacó el monigote de la maleza. — ¿Pero qué es esto? —gritó el policía un tanto enojado.
—Esto es una burla a la autoridad —asentó el otro policía, mientras quitaba el muñeco vestido con las ropas de don Chepe. El muñeco tenía cosida una carta burdamente en la espalda, la que fue leída de inmediato por el jefe policíaco. —Vamos a ver que dice ésta carta, porque aquí hay gato encerrado. —la tomó en sus manos y principió a leer en voz alta:
“Disculpen, señores, que haya hecho esto. Todo es un juego y el poder ganar tiempo para huir de las garras de mi mujer. El grito que escucharon fue hecho por mí pero desde el fondo del barranco para que todo fuera más real. La verdad es que me escapé con la Raquel, la patoja de la refresquería. Perdonen pero cuando lean estas líneas ya estaré muy lejos disfrutando de una nueva vida”.

“Atentamente, Chepe”.

ESPÍRITUS, DEMONIOS Y ENERGÍAS

C

uando se habla de fenómenos paranormales, como apariciones y movimientos extraños de objetos, siempre giran alrededor de ellos infinidad de relatos. El edificio de la Corte Suprema de Justicia, en la zona 1, ha albergado historias de fantasmas desde su inauguración en 1974. El abogado Donaldo García Peláez, ex secretario de la Corte, recuerda que en 1983, el entonces Presidente debía resolver un amparo presentado por la defensa de seis reos que serían fusilados. El magistrado estaba en su escritorio, alrededor de las 11:00 de la noche, cuando salieron disparados los expedientes hacia arriba y un bulto oscuro caminó de su oficina hacia las gradas. “Yo entré y lo vi muy asustado, pero en las escaleras no había nada”, cuenta García. “El conserje que vivía en el edificio, las secretarias que trabajaban hasta tarde, todos contaban que en la noche oían máquinas de escribir y veían sombras. Lo atribuían a que en ese lugar existió la Penitenciaría Central de Guatemala”. “¿Hubo testigos?”, es la primera pregunta que se hace Enrique Campang, psicólogo y catedrático universitario, ante estos fenómenos. Él considera que también debe analizarse el caso para evaluar si la persona sufre de esquizofrenia o alucinaciones. “Hay personas que no pueden decir lo que quieren o desean desviar un sentimiento de culpa, y entonces lo somatizan, inventando historias”, explica. “Además, el ser humano es muy sugestionable y fácilmente da por sentada información no confirmada”. En la experiencia de Edwin Fajardo, un sacerdote católico con estudios en exorcismo, muchos fenómenos de este tipo encuentran respuesta en la Psicología. Pero una vez descartado un problema psíquico, puede llegarse a la conclusión de que no hay una explicación científica, indica. El religioso expone que las personas tienen diferentes grados de sensibilidad, y hay quienes perciben la energía de gente que ha estado viva. En sus 12 años de ministerio, el sacerdote se ha topado con cinco casos de fenómenos paranormales, entre ellos el de una joven que fue “poseída” por un “ente” que llegó a golpearla mientras dormía. En la Iglesia católica existe la Asociación Mundial de Exorcistas, cuya sede está en Roma. Fernando Max Kiehnle Gutiérrez es un laico guatemalteco que, al margen de su actividad como fabricante de calzado, acompaña a los sacerdotes exorcistas mexicanos en estos casos. Explica que en el catolicismo (apostólico y romano) se reconocen tres tipos de manifestación del demonio: el circundatio (cuando asedia a la persona a través de sensaciones, como olores y náuseas, o se mueven cosas frente a ella), la influencia (está adentro de la persona sin poseerla, le provoca obsesiones, daños físicos y hasta enfermedades) y la posesión (la minoría de los casos, cuando maneja la voluntad de la persona). Y también existe la infestación demoníaca de un lugar en donde se han realizado ritos esotéricos o satánicos. Para cada caso, dice Kiehnle, la Iglesia ha establecido un procedimiento. Pero en general, en todos se requiere que la persona aumente su vida espiritual, que se bendiga el lugar, que se rece el rosario y se lea la Biblia. Y si lo amerita, hacer una oración de liberación o un exorcismo. Con diferentes términos, la Iglesia evangélica también reconoce este tipo de fenómenos. Edgar Menéndez, pastor, teólogo y catedrático, señala que entre los evangélicos le llaman demonio a todo lo que atenta contra el ser humano y que existen las influencias y las posesiones demoníacas. En vez de exorcismo, el procedimiento se llama liberación. “Reconocemos que así como hay bien, hay mal, y que se manifiesta de diferentes formas”, agrega. “Nuestra experiencia nos dice que las raíces de estos fenómenos, generalmente, se encuentran en las prácticas ocultas por parte de la persona que los padece o de un miembro de su familia. Visitar centros espiritistas, jugar ouija, leer las cartas, practicar ritos satánicos, todo esto abre puertas. Pero así como los alcohólicos deben reconocer su problema y buscar ayuda, a las personas que viven estas experiencias no se les puede ayudar si no lo desean”.

DETRÁS DE UNA HISTORIA DE ESPANTOS

L
e sucedió al papá de un amigo, lo contó el vecino, pasó en el pueblo del abuelo. Son relatos que entretienen muy bien en la sobremesa o en una noche lluviosa sin luz. Pero cuando dos esposos jóvenes tienen que salir huyendo de su casa recién alquilada en Villa Nueva y prefieren callar por miedo a que los tachen de locos, estos cuentos de fantasmas dejan de parecer tan divertidos y se vuelven menos explicables.
Sucedió a finales del año pasado. Ruth Godoy y su esposo, Luis Grajeda, acababan de alquilar una casa en un moderno residencial de Villa Nueva. Era una vivienda ubicada a pocas cuadras de un conocido centro comercial, con habitaciones amplias y un precio razonable. Ruth, una estilista de 24 años, esperaba hacerse de nueva clientela en el condominio; y Luis, un taxista treintañero, podría estar cerca de su esposa y su bebé de un año que empezaba a caminar.La emoción, sin embargo, les duró poco. Desde que se mudaron a mediados de octubre comenzaron a ocurrir cosas extrañas que fueron subiendo de tono, hasta que los esposos tuvieron que abandonar la casa antes de que terminara el año.

Todo empezó con ruidos en la madrugada, que parecían provenir del primer nivel, recuerda Ruth. Era como si arrastraran las sillas, cerraran una puerta o acomodaran un sofá. Pero su esposo siempre la convenció de que eran los vecinos de al lado.
El primer susto vino pocos días después. Ruth estaba bordando un cuadro en la sala y Alexandra, su hija, estaba junto a ella. La mamá, que la acompañaba durante el día, estaba en la cocina. “Fue cosa de un instante: vi a la nena y al subir otra vez la vista ya no estaba. Le pregunté a mi mamá si estaba con ella y me dijo que no”, relata. Las dos mujeres empezaron a buscar a la niña y, de pronto, la oyeron gritar en el segundo nivel. “Sentí un escalofrío horrible, ¿cómo había llegado hasta ahí la nena si apenas podía subir una grada? Nos quedamos muy asustadas”.
Luis Grajeda nunca ha creído en historias de espantos, y cuando Ruth le contó que a la niña “la habían cambiado de lugar”, le sugirió dejar de ver tanta tele.
Pero Ruth ya no estaba tranquila. Había algo en esa casa, recuerda, que le hacía sentir miedo. Luis llegaba tarde de trabajar, pero ella siempre lo esperaba despierta, porque ya no conciliaba bien el sueño. Y, al parecer, a su empleada le pasaba lo mismo.

La muchacha de 15 años, que dormía en el sofá de la sala familiar, le contó que una noche le jalaron la sábana. “Yo creí que era usted, pero cuando abrí los ojos vi a una mujer despeinada, vestida de blanco, que bajó las gradas como volando. Quise gritar, pero no me salió la voz”, le narró. Ruth la quiso convencer de que estaba soñando, pero no logró persuadirla para que se quedara.
La pequeña Alexandra dormía en una cama ubicada junto a la de sus padres. Una noche, Ruth sintió que jalaron a su hija hasta botarla. Al encender la luz, la halló gritando debajo de la cama, hasta el fondo. La siguiente vez no hubo caídas: la niña empezó a llorar a medianoche. Tenía tres aruñazos en cada mejilla.A Luis seguían pareciéndole inventos de su esposa, hasta que su suegra y su cuñada lo hicieron quedarse pensativo. Le contaron que, de golpe, se les había cerrado con llave la puerta de la sala, pese a que no había aire, mientras la bebé dormía adentro. Fueron a pedirle a la vecina un cuchillo para abrir la puerta, y ella les contó que en esa casa “espantaban”. Les relató que una noche calurosa, ella y sus dos hijas adolescentes estaban en el parquecito, frente a la casa de los Grajeda, cuando vieron a una mujer de cabellos desaliñados y vestido blanco pasar frente a la ventana, en el segundo nivel, como volando. Antes de Navidad, los Grajeda, una familia cristiana evangélica, realizaron un convivio familiar en su casa. Estaban todos en la sala cuando a la madre de Luis le sonó el celular. Era una llamada desde el teléfono de Ruth, pero el aparato estaba en la habitación (donde no había nadie), no tenía saldo ni tarjeta y el teclado estaba bloqueado. Todos se pusieron a orar. Los dos meses y medio que vivió allí, Ruth los pasó deprimida. Cuenta que su estado de ánimo empeoró cuando soñó que una figura monstruosa le decía que “era el dueño de esa casa y que no los dejaría en paz”. Cuando despertó, el televisor se encendió solo. Poco después sucedió lo último. Ruth se despertó sobresaltada a la 1:00 de la mañana, se sentó sobre su cama y vio salir una sombra del baño. Creyó que era Luis, pero la figura, en vez de acostarse, salió de la habitación sin abrir la puerta, y ella apenas tuvo voz para despertar a su marido. “Estoy cansada de vivir aquí. Tenemos que irnos”, le dijo. Y Luis, que había visto lo intranquila que se mantenía su esposa, accedió. La pareja vive ahora en San Miguel Petapa, en una casa donde no pasa nada extraño.

La casa en la que vivieron los Grajeda está ubicada al final de la calle principal del residencial y continúa vacía. Sus dueños, que nunca vivieron allí, residen en Estados Unidos, y la encargada de rentarla cuenta que en la casa solo han vivido dos familias: una que se mudó al cabo de un mes, sin novedades, y los Grajeda. La casera está considerando realizar allí un servicio religioso antes de que llegue un nuevo inquilino.

PÁNICO EN LA CARRETERA

E
l señor J.L. Gómez trabaja para una importante compañía fabricantes de productos populares. Su labor consiste en colocar la mercancía en las tiendas del interior, razón por la cual, realiza constantes viajes por todas las carreteras del país. El día Lunes 26 de Junio de 1969, como de costumbre aunque retrasado en esa oportunidad, salió a las cuatro de la tarde rumbo a la costa sur.  Infortunadamente antes de llegar a Palín tuvo que detenerse por falta de aire en un neumático. La suerte parecía no acompañarle, debido a que la llanta de repuesto también estaba en malas condiciones. Gracias a la ayuda de un piloto muy atento, pudo regresar a la población de Amatitlán. Reparó las dos llantas y continuó hasta Escuintla. El atraso fue de unas dos horas y media y sin embargo todo iba muy bien. Muchos vehículos le acompañaban en el camino. El viaje era extremadamente duro. Tenía que llegar a Coatepeque esa misma noche, debido a un buen negocio que le esperaba en esa población.

 
Se detuvo a comer en un restaurant al lado de la carretera. Tomó de nuevo el volante y por fin llegó a Retalhuleu. El descanso fue agradable. Bebió un vaso de agua e hizo revisar el aire y el aceite. Eran casi las diez y media de la noche, cuando se dispuso a tomar el último trayecto del camino. Sentía un raro presentimiento. Nunca le había sucedido algo parecido y sin embargo no le dio importancia y partió. Quizás había recorrido unos 15 kilómetros cuando tuvo problemas con la máquina. Fallaba constantemente y se detenía por momentos. Era muy raro en un coche de modelo reciente, que además era revisado con regularidad. Parecía faltarle la corriente en alguna parte, las luces se apagaban. El temor de quedar varado en el camino a esas horas, se manifestaba en el señor Gómez. Por prevención detuvo completamente el auto y trató de averiguar la causa de la falla. El cielo estaba limpio y las estrellas fulguraban en forma imponente.  A pesar de ser un hombre acostumbrado a caminar largos trechos solo, ahora sentía una terrible ansiedad sin compañía. Algo le pareció muy extraño. Fue un olor fuertemente azufrado que le causaba malestar estomacal. Se imaginó que la batería era la causa. Después de unos minutos de inútil trabajo por hacer volver a caminar el carro, pensó pacientemente esperar que alguien le auxiliara. La intranquilidad se apoderó de él y los minutos pasaban. De pronto vio sobre la cinta esfáltica una baja silueta que caminaba muy raramente.  Era una figura alta que venía en zigzag. Ante el temor de ser atacado sorpresivamente, encendió los faros del auto y así pudo ver aunque brevemente la forma exacta de aquel hombre. La luz se apagó bruscamente. Sin saber por qué el miedo lo sobrecogió. Cerró los vidrios sin tardanza y esperó que algo ocurriera. No sabe exactamente si él lo pensó o alguien se lo dijo, pero una idea surgió en su mente. ¨ El carro no estaba malo, la falla era debida a un enorme campo de energía y pronto desaparecerá ¨. Después de esto pudo observar que a través de la maleza, se escurría aquella extraña figura. No habían transcurrido ni dos minutos, cuando un penetrante silbido agudo se hizo presente. Una luz clarísima e instantánea surgió y él solo pudo ver las sombras proyectadas por ella. Se movió rápidamente y partió rumbo al sur. Por la ventanilla pudo observar como un punto luminoso desaparecía en el firmamento. Después de esta y en un estado casi histérico, trató de arrancar el coche, ahora sin dificultad el motor se puso en marcha. Sin pensarlo dos veces partió velozmente hacia la población más cercana. Hasta en ese momento no había creído en los tales OVNIS, pero el piensa que algo de eso tuvo que ver en este pasaje inverosímil de su vida. ¿Qué había pasado en aquel lugar esa noche? ¿Quién era aquel ser tan misterioso que no se había dejado ver? ¿Era un campesino o un ser de otro mundo? Nadie lo podrá afirmar o negar, ya que este caso permanece aún en el misterio. 
 El señor Gómez desde entonces ha quedado muy impresionado. Es una persona agradable y perfectamente normal. Nunca ha tenido problemas y parece siempre feliz. No obstante eso cada vez que recuerda el incidente de su vida, el pánico se apodera de él y prefiere nunca mencionarlo. 

LEYENDA DE LA LLORONA

T

ambién llego a la Villa de la Asunción de las Aguas Calientes. Este personaje de leyenda, cuya presencia atemoriza no solamente a los niños, sino también a las persona mayores, es conocido de Sonora a Yucatán. En nuestra tierra, la fábula cuenta que una mujer de sociedad, joven y bella, caso con un hombre mayor, bueno, responsable y cariñoso, que la consentía como una niña, su único defecto... que no tenía fortuna.  Pero el sabiendo que su joven mujer le gustaba alternar en la sociedad y " escalar alturas ", trabajaba sin descanso para poder satisfacer las necesidades económicas de su esposa, la que sintiéndose consentida despilfarraba todo lo que le daba su marido y exigiéndole cada día más, para poder estar a la altura de sus amigas, las que dedicaba tiempo a fiestas y constantes paseos.  Marisa López de Figueroa, tuvo varios hijos estos eran educados por la servidumbre mientras que la madre se dedicaba a cosas triviales. Así pasaron varios años, el matrimonio Figueroa López, tuvo cuatro hijos y una vida difícil, por la señora de la casa, que repulsaba el hogar y nunca se ocupó de los hijos. Pasaron los años y el marido enfermó gravemente, al poco tiempo murió, llevándose " la llave de la despensa ", la viuda se quedó sin un centavo, y al frente de sus hijos que le pedían que comer. Por un tiempo la señora de Figueroa comenzó a vender sus muebles. Sus alhajas con lo que la fue pasando.
Pocos eran los recursos que ya le quedaban, y al sentirse inútil para trabajar, y sin un centavo para mantener a sus hijos, lo pensó mucho, pero un día los reunió diciéndoles que los iba a llevar de paseo al río de los pirules. Los chamacos saltaban de alegría, ya que era la primera vez que su madre los levaba de paseo al campo. Los subió al carruaje y salió de su casa alas voladas, como si trajera gran pisa por llegar. Llegó al río, que entonces era caudaloso, los bajo del carro, que ella misma guiaba y fue aventando uno a uno a los pequeños, que con las manitas le hacían señas de que se estaban ahogando.
Pero ella, tendenciosa y fría , veía como se los iba llevando la corriente, haciendo gorgoritos el agua, hasta quedarse quieta. A sus hijos se los llevo la corriente, en ese momento ya estarían muertos. Como autómata se retiró del lugar, tomo el carruaje, salió como "alma que lleva el diablo ", pero los remordimientos la hicieron regresar al lugar del crimen. Era inútil las criaturas habían pasado a mejor vida. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se tiro ella también al río y pronto se pudieron ver cuatro cadáveres de niños y el de una mujer que flotaban en el río.  Dice la leyenda que a partir de esa fecha, a las doce de la noche, la señora Marisa venia de ultratumba a llorar su desgracia: salía del cementerio (en donde les dieron cristiana sepultura) y cruzaba la ciudad en un carruaje, dando alaridos y gritando ¡Ajajay mis hijos ¡ ¡ Donde estarán mis hijos ¡ y así hasta llegar al río de los pirules en donde desaparecía. Todas las personas que la veían pasar a medianoche por las calles se santiguaban con reverencia al escuchar sus gemidos y gritos. Juraban que con la luz de la luna veían su carruaje que conducía una dama de negro que con alaridos buscaba a sus hijos. 

LEYENDA DEL SOMBRERÓN

E
n esta leyenda, Asturias toma la idea del niño / demonio El Sombrerón y la explora con un lente de magia. Crea una pelota que aparece y desaparece, en la que encierra al Sombrerón o demonio. El protagonista es un monje, que es tentado por una pelota que entra rebotando por la ventana de su celda. El monje es cautivado por la pelota y empieza a preguntarse si pudiera tener algo que ver con el diablo. Pasa incontables horas jugando con la pelota, y cuando habla con una mujer cuyo hijo había perdido la pelota, y se siente presionado para devolverla, los vecinos dicen que se veía como el mismísimo demonio. Finalmente lanza la pelota por la ventana y la pelota se transforma en el Sombrerón.


 Así, Asturias vuelve a demostrar que los humanos "son capaces de romper los lazos que los atan a lo indeseable". Esta leyenda, como la del Cadejo, corresponde al período colonial español en Guatemala, y está escrita en un lenguaje simple y coloquial. Se enfoca en los aspectos cristianos y españoles de Guatemala y tiene lugar en La Antigua. La pelota con la que el monje juega simboliza el antiguo juego de pelota Maya. De esta forma, en esta leyenda las tradiciones Cristiana y Maya se combinan al ser la pelota un elemento de un ritual Maya, pero también tiene las características de un demonio.

LEYENDA DE LA TATUANA

E
sta leyenda intenta describir las formas en las que la humanidad puede y va a recuperar su libertad. La leyenda es acerca de un árbol de almendras, que se describe como un "árbol sacerdote". Este árbol protege las tradiciones mayas y relata el pasar de los años. El árbol divide su alma en 4 caminos que va encontrando antes de entrar al inframundo, conocido como Xibalbá. Estos cuatro caminos están marcados por diferentes colores: verde, rojo, blanco y negro. 


Cada porción del alma se embarca en un camino diferente en el que cada una enfrentará diversas tentaciones. El camino negro, que en la tradición Maya lleva al inframundo, cambia parte de su alma con el mercader de joyas invaluables, que luego intercambia por la esclava más hermosa. La esclava escapa, y el personaje del árbol, que busca la parte de su alma que le hace falta, eventualmente la encuentra. La Inquisición interviene y los sentencia a muerte. Al final, la hermosa esclava se escapa de la noche a través de la magia de un barco que dibujó en la pared de su prisión. La mañana de su ejecución, lo único que los guardias encuentran en la celda es un viejo árbol de almendras. En esta leyenda, el almendro principal representa a la civilización Maya-Quiché y la Inquisición representa a un poder extranjero. Esta leyenda enseña que "el alma no está a la merced de las fuerzas externas " y "por lo tanto los humanos siempre encuentran los medios para recuperar su independencia".